La mayor autonomía, la actividad social creciente, el mayor riesgo de pérdida de supervisión familiar y la influencia de la publicidad, les hace más vulnerables a la adquisición de hábitos insalubres de alimentación. Por tanto, este periodo es propicio para enseñar conocimientos básicos en nutrición y fomentar decisiones saludables en las comidas, tarea que debe ser compartida por la familia y la escuela

Problemas relacionados con el balance de energía en los niños de 6-9 años

Encarnación López Ruzafa
Marta Tejón Fernández

El ambiente es uno de los pilares en el desarrollo de la obesidad infantil. El ambiente obesogénico hace referencia entre otros aspectos, al entorno del niño que le predispone a sufrir sobrepeso u obesidad. La exposición de productos insanos en los canales con público infantil, así como usar sus referentes animados para los envases de alimentos ultraprocesados, va a provocar un aumento de su consumo además de generar una mayor preferencia y aceptación por parte del niño. Estos alimentos suelen presentar un alto contenido de azúcar, harinas refinadas, grasas saturadas e hidrogenadas y sal, componentes que aumentan su palatibilidad y les convierte en los alimentos elegidos para sus comidas.

Se debe promover el consumo de frutas y verduras. La falta de aceptación de las frutas y verduras en los niños provoca un incremento en la energía de la dieta por su sustitución por cereales. Los niños desarrollan conductas de selectividad y neofobia durante los primeros años de vida que pueden provocar una reducción de consumos de vegetales en etapas posteriores debido a la falta de insistencia de los padres a la hora de presentarlos. Se observa la tendencia a un bajo consumo de este grupo de alimentos reduciendo el consumo de fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes en la dieta. Se debe aumentar la presentación de los vegetales de formas atractivas que mejore la aceptación de estos alimentos. La fruta debe ser la alternativa predominante para los desayunos y colaciones entre las comidas. 

-Es recomendable una adecuada distribución diaria de la energía en las diversas comidas del día, el desayuno es una de las comidas principales del día, debe aportar al menos tres de los cinco grupos básicos de alimentos: lácteos (leche, queso, yogur), cereales (pan, cereales, priorizando los integrales) y fruta fresca (preferiblemente entera) o en zumo natural. Un desayuno adecuado, en periodos de crecimiento o actividad física importante, no es incompatible con una pequeña colación a media mañana, basada en un pequeño bocadillo o una pieza de fruta o un lácteo. La comida del mediodía es la que aporta globalmente más energía, proteínas y grasas. Un alto porcentaje de niños a esta edad la realiza en comedores escolares, para la merienda se tendrá en cuenta el nivel de actividad física del niño, la ingesta anterior y el apetito, para no aportar excesiva cantidad de comida, también deberá ser variada: lácteos, fruta o pequeño bocadillo. En la cena se complementarán los menús del mediodía, para equilibrar la dieta de toda la familia. Será más ligera y sencilla que la comida del mediodía: ensaladas, verduras, cremas, sopas y como complemento pescados, carnes o huevos. 

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